martes, 29 de mayo de 2018

Mi parto en casa

Hacía dos días que había salido de cuentas y ya llevaba varios muy impaciente. Preocupada por si, como con el anterior, nos pasábamos de fecha y hubiera que inducir.

Aquella mañana del 31 de Mayo me desperté muy cansada y con dolor de espalda. Llevé a Martín a la guarde y al dejarlo, sobre las 10:30h, me dispuse a alargar el paseo para ver si la cosa se animaba. Mandé un audio a una amiga " Nada, que la cosa no se anima ni tengo síntomas de que vaya a ser dentro de poco"  ( hay que ver lo que es la vida , jejeje)

Al poco de empezar a pasear sentí que se me descomponía el cuerpo. "Bueno, sigo y si no cojo un autobús", pensé.

A los 10 minutos me dio un dolor que me hizo parar en seco. Continué andando muy lenta, con molestias como de pinchazos fuertes. Y allí, en mitad de Gran Vía y de esa guisa, me encuentro a un amigo del instituto que hacía 5 años que no veía. " ¡Qué alegría más grande!", nos saludamos, nos abrazamos y me invita a tomar algo. "Sí, necesito sentarme, seguro que se me pasa", pensé.

Me agarré de su brazo y disimulé como pude, no quería cortar el rollo del momento, quería disfrutar del encuentro. Nos sentamos, hablamos y reímos. Mientras los dolores iban a más y empezaron a ser constantes. Contracciones, no había duda. Yo seguía disimulando, riendo y hablando, hasta que confesé "José, estoy de parto, me voy a tener que ir" le dije partida de risa. Su cara fue todo un poema .
-" ¿En serio?, ¿adónde te llevo?"
-"A mi casa, el parto es allí".
Su cara ya sí que sí era para grabarla. " Estás loca" dijo entre risas.

Mientras pagaba llamé a Luis y le conté la situación. Serían las 11:30h aproximadamente y él desde su trabajo tardaría una hora.

José me acompañó a casa. Caminamos despacio,  riendo, tranquilos... Qué guay fue la casualidad de encontrarlo, de lo surrealista de la situación, de comenzar pensando en reír, sin miedo,  tranquila.
Le pedí que no subiera, necesitaba estar sola, preparar cosas, llamar a las matronas...
Gracias José por tu intervención en mi parto, jejeje.

Subí y empecé a contárselo a mis amigas. Medí el tiempo entre contracción y contracción. Aluciné. ¡Cada dos/tres minutos! " Ay madre que esto va rápido y me pilla sola". Llamé a las matronas y fui preparando la bañera.

Mientras esperaba escribí a una fotógrafa. Era algo que tenía en mente pero no me había llegado a decidir, no sabía si estaría del todo cómoda. Me contestó que le era imposible y me dio el contacto de dos amigas. Yo, entre los nervios, las contracciones, no podía ni pensar. " Que venga la que pueda" le dije.

Dora , la primera de mis dos matronas, no tardó en llegar. Me miro, me abrazó, y aquel abrazo me hizo sentir tanto amor y tanta paz, que ya estaba tranquila. Recuerdo pensar "ya sí que sí"  y sentir mucha emoción, ganas de llorar, el vello de punta.

Dora es espiritualidad, paz, amor, calma, respeto... Era una suerte tenerla.

Al poco llegó Luis cargado de comida y refrescos. Mi preocupación ahora era Martín, se acercaba la hora de recogerlo y no sabía cómo gestionarlo. Dora me invitaba a desconectar, mientras yo estaba con el móvil llamando y pensado cómo solucionarlo. Martín decidió previamente que no quería estar presente por si yo gritaba (y así fue). Como no lo solucionábamos Luis decidió recogerlo y traerlo.

Lo primero que hizo Dora fue escuchar el latido de Lucía. "Mira qué feliz y tranquila está tu niña, que sabe que ya va a conocerte". Lloré. Aquello era tan increíble. Escuchaba sus latidos y no lo podía creer. El momento había llegado. Sus palabras me hicieron emocionarme tanto...

Le rogué a Dora que me hiciera un tacto. Ella insistía en que no era necesario, que desconectara, pero yo sentía muchísima curiosidad, era una necesidad de saber, de control...
De 6 cm, la cosa iba bastante avanzada, así que me metí en el agua.

La sensación fue increíble. El agua estaba calentita, sentí un placer, una relajación... Puse música y me dejé llevar. Las contracciones me daban margen para relajarme. En esos momentos me tumbaba y respiraba tranquila, cuando llegaba la contracción me incorporaba, me echaba sobre la bañera y movía las caderas al ritmo de mi respiración. Estaba bien, muy tranquila. Dolían, sí, pero era un dolor suave, llevadero...

Apareció Luis de nuevo, solo. Martín se había ido a casa de mi amiga Pilar y luego lo recogería su abuela. Ahora sí me relajé de verdad " ya está todo, a por ello" pensé. Gracias Pilar por ayudarnos, formas parte de todo esto.

Al rato apareció Marta, la fotógrafa. Sin conocernos, sin haber hablado previamente, nos saludamos y comenzó su trabajo. He de decir que no me arrepiento en absoluto. Ella fue invisible, supo estar sin interceder, en silencio, al otro lado de su objetivo. Y el resultado de su trabajo fue impresionante.Para nosotros no tiene precio.



Llegó mi amiga Laura, matrona e invitada especial. Tenerla me encantó. Ella no era ninguna de las dos matronas que iban a asistir mi parto, pero hizo su rol de compañera. Me daba masajes en la espalda durante las contracciones, me ponía el aparato para escuchar el corazón de Lucía, me apoyaba y mimaba. Además hacía fotos y videos con su móvil. De hecho gracias a ella lo tengo también todo grabado. Gracias Laura, de corazón.

Yo estaba muy tranquila, disfrutándolo mucho. Creo que estaba incrédula ,era como si ni yo misma me pudiera creer aún lo que estaba viviendo.

Las contracciones eran bastantes seguidas, pero me daba tiempo a relajarme, pensar y desconectar a partes iguales. Durante las contracciones me movía mucho, suavemente y me concentraba en superarlas.

Y llegó Blanca, la otra matrona de la asociación. Estaba tan feliz de que estuviera ella. Fue un deseo cumplido. Blanca es fuerza, pasión, seguridad, amor... Una super loba, leona, maternidad y mujer personificada a lo grande. Tenerla al lado me hacía crecerme.

Dora y Blanca fueron la mezcla más perfecta que podía exisir.



Y entonces noté que todo cambiaba. Sentí mi cuerpo cambiar. Cambiaron las contracciones, cambió el tiempo entre ellas, cambió el dolor...

Ellos estaban sentados, tomando algo y charlando en voz baja. Yo de pronto me agobié, quería salir de la bañera, ir al baño y pasear. Salí y tras ir al baño me fui a mi habitación. Quería esconderme, huir. Noté cómo la situación cambiaba por completo. Dejé de estar relajada y sentía muchísimo dolor. No sabía cómo ponerme , qué hacer... Y en una contracción, apoyada en la cama, sentí tanto dolor que pensé "me voy al agua y de allí no me muevo".

Al salir del dormitorio les pedí por favor que me hicieran un tacto para ver de cuanto estaba porque ya me dolía mucho. Me acompañaron a la bañera y me explicaron que no era necesario.

Me metí en el agua, y sentí que no podía. Las contracciones eran bestiales, ya no me daban tregua , no me podía relajar y durante ellas me empezaba a costar respirar.





Pero allí estaban ellos, alentándome desde el silencio y el respeto, observándome y apoyándome. Era tan grande lo que sentía que me cuesta describirlo. Sentía tanto mimo y tanto amor que me daba una especie de vergüenza extraña. Es esa sensación de querer agradecérselo y romper a llorar.

Y allí estaba, mirándoles y hablándoles con la mirada. Recuerdo a Blanca decirme " Elena tú sabes perfectamente en el momento en el que estás, no hace falta el tacto, porque tú lo sabes". Yo pensé "momento de transición, lo sé, ese en el que gritamos y sentimos de verdad que no podemos".
Sabía que el expulsivo se acercaba, pero mi cuerpo aún no deseaba empujar.

Dora echó unas gotas de aceite esencial en el agua (creo que de lavanda) para que me ayudarara a relajarme.

Blanca me preguntó " ¿qué sientes?" y yo respondí entre risas y humor "muerte".

En las siguientes contracciones me agarré a los brazos de Blanca, mientras mi cuerpo entero se retorcía. Ella me besaba en la cabeza y me susurraba "lo estás haciendo muy bien cariño, eres una campeona". Es imposible explicar lo que se siente en esos momentos. Cómo reacciona tu alma cuando tu cuerpo te duele tanto y recibes esos mensajes tan alentadores y llenos de tanto amor y respeto. No tengo palabras.

Durante las contracciones me ayudaban a respirar haciéndome repetir con ellas algunos sonidos. No recuerdo exactamente cuáles eran, pero era como repetir "oooooo" de manera prolongada.
Me preguntaban si no quería quitarme las bragas y siempre respondía que no. No sé por qué, pero no me apetecía. Ellas lo respetaban sin más. Poco tiempo después me las quité yo misma y empecé a empujar.

Durante un momento sentí que no sabía cómo hacer para empujar. Mi cuerpo flotaba y se movía al compás de las contracciones y de pronto empecé a gritar. Era un grito interno, desgarrador y prolongado. Sentí cién por cién a la naturaleza actuar. Ahí estaba yo, tan pudorosa como soy para esto, gritándo y sacando mi lado más animal. Yo misma estaba alucinada de vivir aquello. Era desgarrrador, era pura fuerza y vida a la vez.


Y me agarré a Luis, mi compañero, mi vida, mi hogar. Me abracé a él y grité una y otra vez mientras empujaba. Él me animaba, me sostenía.

No sé cuánto tiempo duró el expulsivo. Para mi en aquel momento fue eterno aunque las matronas opinaron que había sido rápido.

Toqué su cabeza, su pelo y me emocioné. Deseaba romper a llorar pero mi cuerpo no me lo permitía. Su cabeza salió estando yo de rodillas. Me acomodé y esperé la siguiente contracción para poder recibirla con mis manos. Me senté medio tumbada mientras Luis me sujetaba a mi espalda. En la siguiente contracción salió todo su cuerpo.

Y nació, a las 15:30h, 5 horas después de la primera molestia. Estaba blanca, toda cubierta de vérnix. La pusieron sobre mi , la miré, la abracé y besé y rompí a llorar.
Lo primero que hice fue alzar la mirada y pensar "ya está, lo he hecho, lo he conseguido"

Allí estaba ella, tan bonita y pequeña, en mis brazos, conmigo, mi niña. Tan tranquila y llena de paz. Ahora que la conozco lo entiendo. Ella es pura paz. 

Ahí estaba, en mi parto soñado. Por mi , por ella, por todas.

Es indescriptible ese momento, todo lo que una siente, todo lo que se te pasa por la cabeza. Y allí me quedé relajada, con mi bebé por fin en brazos. Llorando y riendo, hablando con mis acompañantes, sintiendo que no hay nada tan mágico  en la vida como aquello.




No sé cuánto tiempo estuvimos allí, pero no me apetecía moverme. Esperé el alumbramiento de la placenta y allí me quedé, extasiada. Saboreando plena e intensamente aquella experiencia.


La cubrimos con una toalla y esperamos.

"Ya podemos cortar el cordón" me dijo Blanca. "No, quiero hacerme una foto con la placenta que he visto la idea en internet" le respondí entre risas.

Sabía que aquello era un poco surrealista pero yo estaba feliz y quería disfrutarlo y vivirlo al máximo. Quería hacer todo aquello que deseaba. Hoy en día lo pienso y creo que mi parto fue como una especie de gran fiesta.

Salió la placenta y poco después salí yo de la bañera con Lucía en brazos y me tumbé en el sofá. Pusimos la placenta aún unida a Lucía sobre mi vientre e hicimos fotos.

Y Luis, único, con su camiseta con un lema "yo apoyo el parto en casa" atento a todo, feliz, cortó el cordón.

Lucía se enganchó al pecho mientras nos quedábamos tranquilas, tumbadas en el sofá. Yo extendía la mano y llegaba a toda una mesa llena de picoteo que Luis había preparado para todas. Comiendo, bebiendo, charlando. No se me ocurre un postparto mejor.

Me cosieron un poco porque me había desgarrado bastante  mientras todas cantábamos para así apaciguar el dolor. Había tanto humor, tanta felicidad, tanto compañerismo.

Cuando me quise dar cuenta la casa estaba totalmente recogida, se fueron despidiendo una a una y nos quedamos solos los tres.

Y esperamos a Martín, que subió a conocer a su hermana con el mayor rostro de curiosidad que jamás le he visto. No hay imagen más emotiva que ver al hermano mayor conocer a su hermana. Lloré, lloré  todo lo que mi adrenalina me permitió. Nunca en mi vida he sentido tantísima felicidad como aquel día.

Y así fue nuestro parto, su nacimiento. EL DIA MAS BONITO DE MI VIDA.
El día que conocí a una persona única, la más bonita que he conocido. Ella es tan especial...

Gracias a todos los que me acompañaron. Luis sin duda, Laura, Dora, Blanca y Marta. Mil millones de gracias por formar parte de todo esto.

FOTOGRAFIAS de Marta Del Pino

https://www.instagram.com/marta_del_pino_/

http://www.martadelpino.com

miércoles, 7 de marzo de 2018

Cuando tu hijo te emociona...

Tenemos un cuento que nos encanta a ambos, se llama "Mi amor", en él una madre explica a su hijo lo mucho que le quiere. En una de las páginas la madre le dice:  te quiero porque eres mi niño, aunque nunca serás mío. Desde el primer momento esta frase impactó en él y le hace sentir tristísimo, tanto, que la última vez le prometí que nosotros la cambiaríamos. Había intentado explicarle el porqué de esa frase pero no le convencía.

Esta noche al leerlo yo he dicho: te quiero porque eres mi niño y siempre lo serás, pero él se ha puesto super triste.

- ¿Cómo puede decir que no es suyo si lo ha parido?

Ya sólo esa frase me ha enternecido muchísimo, y entre risa y emoción le he intentado explicar...

- Cariño porque es su niño, pero se refiere a que no le pertenece, sino que él es un ser libre, que tomará sus propias decisiones, que crecerá y tomará su camino, que viajará, se independizará...

Me abraza cada vez más triste y con lágrimas en los ojos me dice:

- Mamá , yo no quiero perderte nunca. Yo voy a estar siempre contigo. YO NO QUIERO SER LIBRE.

Yo, cansada, emocionada, y sin estar preparada para estas tesituras le explico que yo no he perdido a mis padres, pero que crecí y me fui a vivir a otra casa y formé mi propia familia. Pero que los tengo, los quiero y los necesito, y que por eso me gusta tantísimo verlos, porque soy "su niña".

Pero nada de lo que le decía le ayudaba, él estaba triste, muy triste.

Y mientras se dormía me he quedado reflexionando. "Cuánto amor en tan pocas palabras" he pensado. Tan pequeño, tan tierno, tan vulnerable...

"Serás libre mi niño, porque así ha de ser y así lo deseo. 
Y sí, tú ahora no eres consciente del vértigo que siento, del miedo que da que pasen los días, semanas, meses y años. Y que llegado ese momento probablemente sea yo la que llore.
Pero eres libre, y esa frase que ahora tanto te duele es tan dolorosamente cierta..." 



viernes, 3 de noviembre de 2017

Rutinas de mañana...

6 de la mañana, unos golpes en mi espalda. "Mami quiero teta"," Martín estoy dormida, duérmete".Te enfadas, me gruñes, me enfado, "vas a despertar a tu hermana".Te doy teta. Se despierta tu hermana,"Martín tengo que ir con ella, descansa". Le doy teta, se duerme,tú roncas,yo me duermo. Suena el despertador, se despierta, tú roncas aún. "Martín hay que vestirse", pero sigues dormido. Consigo despertarte, te enfadas. quieres teta, " Es tarde, te tienes que vestir". Huyes, me enfado, me gruñes, me agoto. Pierdo los nervios, te grito, te enfadas. Me siento cansada y caen unas lágrimas. "¿Nos damos un abrazo?" ,"te quiero mami, perdón". No quieres ese pantalón, no quieres esa camiseta, no quieres esa sudadera. "Yo me pongo solo los zapatos". Vueltas,vueltas y más vueltas. "¿Qué quieres desayunar?", no me escuchas, juegas... Atiendo a tu hermana.Sigues jugando."Cariño llegamos tarde",vueltas y vueltas. Te peino y lavo la cara.Pongo a tu hermana en la mochila, cojo tu mochila, tu patinete, mi bolso. Por fin en la puerta,"¿mamá y mi desayuno?", "¿Ahora? te he preguntado mil veces", coges dos galletas, salimos. Caminas lento porque vas comiendo, llegamos tarde, te meto prisa. Estoy nerviosa. Llegamos, han entrado, no me da tiempo ni a despedirme. Grito un adiós mientras te veo entrar . Me giro, me voy, y siento un vacío. Se acabó el estrés, se acabó la prisa, me quedo extraña, triste. Me da pena pensar que te dejo así. Hago el camino de vuelta pensando que no puedo más. Hago el camino de vuelta buscando soluciones. Ya te echo de menos.

Y ahora, te veo dormir, en paz, tan mayor, tan lindo, tan tú. Y sólo deseo tumbarme a tu lado, llenarme de esa paz que desprendes y pedirte perdón.

Perdón por enfadarme, perder los nervios, resoplar, hablarte en mal todo, meterte prisa. Perdón por no saber hacerlo mejor, perdón porque esa no soy yo.

Me tumbo y te abrazo, y cierro los ojos y deseo, no dejar de disfrutar de tu compañía pase lo que pase. Deseo no olvidarlo, ninguna mañana más.









El sueño y la prisa trastoca mi estado de ánimo. Y lo siento, porque sé que tú no lo entiendes.



miércoles, 6 de septiembre de 2017

Se nos acabó el verano

Disfrutar de ti tus primeros años fue una decisión de la que jamás me arrepentiré. Te he visto crecer. Te he visto evolucionar tanto que aún no me explico en qué momento ocurrió todo.

En estos últimos meses hemos vivido muchos cambios. Has pasado de ser mi niño pequeño a ser mi niño mayor, te he visto enfrentarte a tu nuevo rol, buscar tu sitio, admirar a tu hermana, mimarla, buscarme en este nuevo lugar, recordándome que tú también me necesitas. Te he visto llorar y sufrir y te he visto disfrutar feliz. 

En estos meses no he parado de observarte, te miro y no lo puedo creer, tan "hombrecito", tan maduro, tan divertido, tan TÚ.

Me encanta hablar contigo, verte razonar y negociar hasta la saciedad, sentirme convencida continuamente, cambiándome los esquemas, y es que no dejo de aprender de ti cada día.

Hemos vivido meses de conflictos diaros, de "hartos" continuos, de soluciones y reconciliaciones que a menudo requerían más paciencia que estrategia. Amor mi niño, y es que  hemos disfrutado tantísimo de este tiempo JUNTOS.

Este verano he sido feliz, no puedo ser más afortunada. Me lo he bebido de lleno, porque sabía que se acabaría, y es que en mi cabeza sólo me rondaba una frase, frase que siento pero no te diré, "te voy a echar tantísimo de menos".

Se nos acabó el verano, los saltos en la piscina, las tardes bajo el árbol, la búsqueda de sapos, los juegos de mesa, tu desnudez diaria, tus travesuras nuevas, nuestra rutina sin horarios y nuestros largos ratos de teta.

Se nos acabó el verano y siento que un poquito te pierdo. El cole de mayores, 7 horas sin ti, los madrugones, las prisas...

Empezamos nueva etapa y ya estoy intrigada por verte torearla, vivirla, disfrutarla y superarla.

Te quiero mi super "Oliver, Isco, Asensio" 

Te voy a echar tanto de menos!

Y recuerda siempre: TE QUIERO TAL COMO ERES.


martes, 25 de julio de 2017

Mi decisión del parto en casa

Siempre he sido una friki en el tema parto y crianza.

Recuerdo que un par de años antes de quedarme embarazada de mi primer hijo me dio por leer sobre parto natural y los beneficios del parto en el agua y dije "así pariré yo".

Cuando me quedé embarazada de Martín leí muchísimo sobre el parto y estaba convencida de que quería que fuese lo más natural posible. 

Siempre he tenido claro que el parto es un proceso fisiológico, para el que el cuerpo de una mujer está preparado, el momento más natural, sexual y espectacular que como mujer puedo vivir. Siempre quise que fuese tal y como ha de ser según la naturaleza y vivirlo 100% e intensamente.

En esa ocasión a pesar de que pensaba mucho en el parto en casa no me informé. Di por hecho que no me lo podía permitir económicamente y a parte me daba respeto por lo desconocido. 

Del parto sólo nos venden el dolor, nos lo meten tanto en la cabeza que la palabra parto ya duele sólo oírla. Nos han inculcado un miedo que ha hecho que no queramos saber del tema, nos resignamos a pasar por ello porque no nos queda de otra...

Yo quería vivir lo bonito. El parto a pesar de doler me parecía lo más maravilloso que iba a vivir.

A pesar de que mi intención siempre fue un parto natural, acabé teniendo un parto inducido, con oxitocina, suero, una matrona que no me dejaba moverme, episotomía y todo ese pack completito. No me puse epidural, y aunque fue horrible, jamás me arrepentí de ello.

Esta vez era diferente, ya sabía lo que era un parto, ya había soportado el dolor de las contracciones con oxitocina sintética,mucho más dolorosas que las naturales, tenía el optimismo de que los segundos partos son más sencillos, pero sobre todo,siempre lo sentí. Tal cual, lo sentí, no me imaginaba pariendo en el hospital. No, si no era necesario.

En primer lugar creo que ha de ser la mujer la que decida dónde lo hace, y en segundo lugar creo que se debería parir en el hospital sólo cuando fuese necesario.

Seguramente nada de esto hubiese sido posible sin mi apoyo incondicional, mi pareja, el cual me sigue, me apoya, confía en mí como el que más y me motiva a diario para cumplir mis sueños. Si él no hubiese estado de acuerdo hubiese sido muy complicado.

Al tomar la decisión me puse en contacto con Ocean Comadronas un grupo de matronas que atienden partos en casa en Granada. Sí, sí, matronas, las mismas que te pueden atender en la Seguridad Social, con su título, su experiencia y su pasión. No son chamanas, ni nada raro.

Conocerlas fue increíble, tranquilizador y motivador.

Supe lo seguro que es, supe que de verdad esa decisión no me ponía en riesgo, ni a mi ni a mi hija. Supe que aunque es un servicio privado es asequible y que ellas te lo facilitan al máximo.

Es una pena que haya que pagarlo, que no nos dejen decidir libremente. Aún así, no me arrepiento de ese gasto en absoluto.

Son nueve matronas, jóvenes, apasionadas de su trabajo, muy actualizadas, muy seguras, y con una experiencia increíble. Verlas en las visitas que me hacían en casa era un chute de motivación que me duraba durante días. 

Si te lo planteas pero tienes dudas, llámalas, no te arrepentirás de charlar con ellas.

Gracias Rocío, Blanca, Dora, Helen, Christina, Eloísa, Nani, Silvia y Beatriz. Os admiro muchísimo a todas y os envidio, tenéis el trabajo más bonito que se puede tener, y dais la oportunidad a mujeres que como yo, quieren parir en casa, acompañadas y seguras. Sois de verdad muy valientes, mil millones de GRACIAS

Decidirme no fue fácil, tristemente por los prejuicios que hay, la desinformación y que sabía que se me iba a juzgar y sentenciar de "loca irresponsable". 

Desde el parto son muchísimas las veces que he oído " qué valiente eres" y sí, así me siento, no por el parto en sí, sino por haber decidido por mí misma, segura de la decisión, limpiándome de ataduras y miedos personales o familiares. Fui valiente .

Parir parimos todas, toda mujer que da vida es valiente, sea donde sea. No me siento mejor,ni peor,no me siento valiente con respecto al dolor. Todo lo contrario, me da miedo la muerte, el dolor, me da miedo todo lo que al resto de mortales, la única diferencia es mi visión del parto.

Decidí y viví el parto que siempre soñé, le regalé a mi hija la manera de nacer que quería para ella y hubiese deseado para su hermano. Jamás puse ni sentí poner mi vida ni la de mi hija en riesgo. 

Fue emocionante preparar mi casa, mi mente, mi familia. Fue emocionante la espera, el deseo, la llegada.

Sin duda, la mejor experiencia de mi vida.








viernes, 19 de mayo de 2017

Mi segundo bebé, recta final.

Siempre he oído que los segundos embarazos son muy diferentes, y sí, es cierto. Y más si el embarazo ocurre después de un aborto.

Supe que estaba embarazada de sorpresa, cuando justo había decidido esperar unos meses, y aunque no me lo podía creer fue una alegría, sin duda mi bebé tenía claro que venía a cambiar los esquemas.

Pero entonces llega el miedo. Nadie se queda embarazada de 20 semanas, cuando te enteras estás de muy poquito, sí, pero así empiezan todos los bebés. El caso es que esa sensación de estar de poco y más después de un aborto te hace sentir miedo. Yo lo tenía, pero quería ser positiva, lo necesitaba. Entonces empiezas a dar la noticia y te sorprendes, no había caras de alegría ni " enhorabuenas", recibía mensajes de espera, de prudencia, de " mejor no lo digas por ahora por si pasa algo"...

Pasan los días, y yo que no soy de callarme, que no creo que el no decirlo haga que duela menos, quería gritarlo. Lo fui contando a algunas personas, a otras no, y pasado el tiempo la mayoría se enteraban de casualidad y de forma bastante fría. "Qué pena", pensaba yo.

Y crees que cuando llegues a la primera ecografía te quedarás tranquila, pero no, la tranquilidad 100% ya nunca llega, siempre hay un temor.

Lo más bonito del segundo embarazo es que ya sabes lo que es ser madre, y sabes lo que esa nueva personita va a significar.

Seguramente no se disfruta igual, no te puedes centrar tanto en ti misma, hace ya mucho que no te centras en ti, ahora tienes un hijo en el que te centras y otro ritmo de vida.

Durante este segundo embarazo tuve sentimientos contradictorios que me hicieron sentir culpable y mal en más de una ocasión, mi alegría fue descubrir que somos muchas las madres que pasamos por ellos y que son totalmente normales.

- Piensas en la llegada del otro bebé, en si estarás preparada para ser madre de dos, de ese caos, en si realmente te apetece. 

- Piensas en cómo puede influir en tu hijo, en porqué le vas a hacer ese daño, sientes pena y miedo a herirlo, a que sufra.

- Piensas en si de verdad serás capaz de querer al segundo igual que al primero y se te antoja imposible.

- Piensas que en realidad con tu hijo sólo no estás tan mal.


Y mientras piensas todo esto no puedes creerte estar sintiendo así. "¿Seré mala madre?", "¿ No querré a este bebé?"

Nada como hablar con otras mujeres y descubrir que a todas les pasó, y escucharlas decir lo que sintieron tras el parto, al ver a sus dos hijos juntos, escucharlas decir "el amor no se divide, se multiplica" y entonces te emocionas y sabes que así será. El miedo forma parte de nuestra vida.

Y llega " la parejita", es la expresión que más he oído en estos meses tras decir que es niña. Me sorprende la cara de felicidad de todo el mundo, es como si te hubiese tocado la lotería, dan por hecho que es lo que tú deseabas y buscabas, que ya no necesitarás más hijos porque ya tienes la familia "perfecta". De verdad me sorprende. 



Y ya pronto se acaba esta etapa, y en parte me da pena no haberla disfrutado más, pero las cosas han surgido así. Ahora, justo un año después del aborto, preparándome a recebirla, a ese olor de recién nacido que ansío tanto disfrutar, a volver a la etapa de teta 24h, brazos, porteo, cuidados, mimos... y sobre todo a disfrutarla junto a él, a vivirlo desde su mirada e ilusión de sus 3 años.

Qué bonita etapa nos viene!


miércoles, 28 de septiembre de 2016

Pena de ti...

Hoy quiero escribirte a ti, que tienes un trabajo que yo desearía tener. Que tienes la suerte de convivir, compartir y aprender de un grupo de peques que te admiran, te quieren y te llaman "seño"

Mi hijo estaba super ilusionado con ir al cole (guarde), se aprendió tu nombre que sólo le dije un día, se inventaba conversaciones con sus nuevos amigos antes de conocerlos, soñaba con jugar y pasarlo en grande.

Te reconozco que yo le acompañé con miedos, pero también muy ilusionada. Yo también soñaba con ver a mi hijo feliz en el aula, aprendiendo, contándome aventuras, enseñándome canciones nuevas.

Pero tuvimos mala suerte. Mi hijo tuvo mala suerte. Dimos contigo.

Un aula de dos años ha de estar llena de color, de alegría, de juegos, canciones y diversión. A un aula de dos años le debe sobrar paciencia, cariño y ganas.

No prepares a los peques para el "mañana", déjales disfrutar de su "ahora". Déjales ser en movimiento, aprendiendo, creando.

Olvídate de autoridad, de tantas normas sin sentido, de la seriedad, la obediencia y el silencio.

Mi hijo perdió la ilusión, se llenó de tristeza, cambió por completo.

Pasamos una semana horrible los tres, nosotros podremos olvidarlo, mi hijo no sé.

Me da mucha pena, pena los niños, pena la injusticia de que haya gente tan quemada en la pública mientras miles de jóvenes sueñan con ocupar un puesto como el suyo. Me das pena tú.

Siento si sientes rabia por nuestra decisión, siento que opines de esa forma que opinas sobre la crianza de nuestros hijos. siento haber tenido que escuchar que no sé el daño que le estoy haciendo a mi hijo por dormir conmigo.

¿Eres tú consciente del daño que puedes causar tú a tus alumnos?

Qué pena de prepotencia, de autoridad...

No te preocupes por nosotros, estamos felices y orgullosos de haber decidido cambiar a nuestro hijo de centro.

Preocúpate tú por favor, de hacer felices a los peques con los que convives a diario. Y recuerda, tienen sólo 2 añitos!!!!